jueves, 21 de enero de 2010

En tono armonioso con la voluntad... talentoso cuatrista con Syndrome Down


Entrevista del Periódico
El Nuevo Dia

San Juan, Puerto Rico
jueves, 18 de diciembre
de 2008.


"Yo soy Ricardo Coloma Ayala.
Soy Síndrome Down.
Toco el cuatro por colores.
Mi maestra es María Elena Rodríguez.
Yo soy boricua de pura cepa”

Por: Ruth Merino / rmerino@elnuevodia.com

Ricardito -así lo llama su padre, César Coloma- coloca cuidadosamente los dedos de su mano derecha sobre las cuerdas del cuatro. Su maestra, María Elena Rodríguez, está sentada a su lado, lista para acompañarlo con su guitarra. Se ponen de acuerdo y de pronto surge la melodía de “El Cóndor Pasa”. Para César, nacido en Perú, esta música del altiplano tiene, naturalmente, un significado especial.

La escena se observa en la oficina de la profesora Rodríguez en la Universidad Interamericana, en Cupey. Aquí viene Ricardito dos veces en semana para continuar sus estudios de cuatro, instrumento que empezó a tocar cuando asistía al Colegio de Educación y Rehabilitación Integral (Coderi), situado en Cupey.

En la Universidad Interamericana ya ha completado 18 meses de clases de un programa de tres años. En el momento culminante -su graduación- ofrecerá un concierto en el mismo recinto como parte de los requisitos para obtener su certificado de músico profesional.

Ricardito tiene Síndrome Down y si sus padres, César y Celsa Ayala-Coloma, hubieran aceptado las sugerencias de los médicos, sus circunstancias serían muy diferentes.

“Nos dijeron que tenía un síndrome profundo y que lo mejor que podíamos hacer era ponerlo en una institución, que allí lo iban a cuidar bien”, cuenta César, un hombre que sonríe con frecuencia y que no se amilana ante los obstáculos que el prejuicio y la ignorancia han erigido en su camino.“Pero no podíamos aceptar eso”, dice. El matrimonio decidió entonces que uno de los dos tendría que dejar de trabajar y dedicarse enteramente al cuidado de Ricardito.

“Y fui yo, quizás porque tengo más paciencia”, comenta riéndose. “Bajaron mucho los ingresos, no ha sido fácil. Esta es una tarea de 24/7 (veinticuatro horas siete días a la semana)... Pero es mi hijo y mírelo ahora... ¡es mi hijo músico!”.

Su formación como maestro, la profesión que ejerció en Estados Unidos, también fue un factor importante en su constante búsqueda de oportunidades educativas para Ricardito.
“He tenido que pelear con directores de escuelas y con maestros, que no querían aceptarlo”, afirma.

En Rehabilitación Vocacional determinaron que la agencia pagaría su adiestramiento en un restaurante de comida rápida. “¡Pero él es músico!”, argumentó César. Explicó entonces a los consejeros que su hijo había cogido clases de cuatro y pertenecía a la Rondalla de Puerto Rico.
Finalmente Rehabilitación Vocacional accedió a financiar sus clases en la UI. La profesora Rodríguez, quien es directora de la Tuna de la Universidad, comenta que Ricardito no lee música todavía. El método que utiliza para enseñarle es mediante los círculos coloridos que se colocan en el instrumento. (Método Suzuki). El alumno reconoce los colores y puede entonces pulsar las cuerdas correctas.

El joven estudia también junto a José Luis “Chapita” Rosario, quien tiene una Escuela de Cuatro en Las Piedras. El resultado de su aprendizaje al lado de la profesora Rodríguez y de Rosario está a la vista: ya lanzó un CD titulado “Ricardo Coloma Ayala: Solo” y está preparándose para grabar dos más. “La clase en Las Piedras es a las 7:00 de la mañana y allí estamos sin falta”, dice César, quien aprendió a tocar guitarra para poder acompañar a su hijo.

“Y a veces me reclama: 'Papi, tienes que practicar más'”, dice y se echa a reír.
El joven cuatrista, de 24 años, escucha a César y de vez en cuando se ríe cuando su padre hace una broma. Habla muy poco ya que tiene dificultades para expresarse, pero comprende cuando se le hace una pregunta o se le pide algo. César señala que puede escribir y hablar en inglés y español.

“Mi deseo es que pueda ganarse la vida y ser independiente”, dice. Sueña con que Ricardito pueda ganar dinero suficiente como músico ya que “algún día nosotros no estaremos aquí”. Además, le ha enseñado a cuidar su ropa, hacer su cama, pasar el mapo, limpiar, ordenar sus cosas y cocinar. Los domingos el joven prepara el desayuno. “Yo hago huevos... panqueques y ... salchichas”, dice Ricardito cuando se le preguntan los detalles de su quehacer culinario.
La familia vive cerca del Bosque Carite y justamente en ese hermoso paisaje rural, el padre quiere desarrollar otro proyecto para su hijo. “Yo quiero construir un apartamento independiente para él al lado de la casa, pero Ricardito me dijo que también quería tener allí a sus amigos y ahora quiero construir unas 14 habitaciones para que niños con Síndrome Down y regulares pasen una temporada o vengan a un campamento o vivan allí”, explica.

La música no es lo único que apasiona al joven, a propósito. También es un atleta que ha ganado medallas en salto largo y carrera en las Olimpiadas Especiales. “Yo tengo otros hijos, pero con éste es que he viajado a todas partes”, exclama César. Ricardito compitió en Europa en las Olimpiadas Especiales y ha llevado su música a varias ciudades de Estados Unidos.
“¿Cómo es que tú te presentas cuando vas a tocar?”, le pregunta su padre.

Ricardito lo mira, se concentra y dice: “Yo soy Ricardo Coloma Ayala. Soy Síndrome Down. Toco el cuatro por colores. Mi maestra es María Elena Rodríguez. Yo soy boricua de pura cepa”.
Y sonríe feliz ante la mirada cariñosa de su padre.

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Fuente: Para articulo y foto vea el siguiente link http://www.elnuevodia.com/diario/noticia/vidasunicas/noticias/en_tono_armonioso_con_la_voluntad/506595

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